Aún estoy en la búsqueda de mi propio estilo, pero últimamente he encontrado uno con el cual me siento cómoda. Me ha encantado escribir las tres últimas historias y tengo muchísimas ganas de escribir más y emplearlo en futuras. Quién sabe, ¿Quizás este estilo sea mi definitivo? Aunque no creo, ya que estamos siempre en un cambio constante. Cambiando pequeñas cosas de nuestras vidas e incluso, de tanto en tanto, alguna grande. Y para mí, emplear este estilo me ha supuesto un cambio bastante grande.
domingo, 10 de septiembre de 2017
martes, 5 de septiembre de 2017
Algo desconocido en su ví(d)a
Un pie delante del otro , sus dedos descalzos contra el frío
metal, apartando la niebla que impedía ver el futuro. Hacia mucho que el cielo
estaba nublado y que notaba que iba demasiado despacio. Tanto que a veces se
preguntaba si de verdad estaba avanzando. Cabizbaja, con lluvia mojándola de
tanto en tanto, lo único que deseaba era que pasara el tren para poder subirse
a él. Lo deseaba como todos.
Un día sintió que entre toda esa niebla que se iba
dispersando poco a poco, su dedo gordo del pie chocaba con algo. Algo frío pero
cálido. Algo delicado pero fuerte. Con
el corazón en la garganta bajó la vista poco a poco y con miedo sus ojos
pudieron percibir un objeto extraño, algo que nunca había visto antes. Una
botella de cristal reposaba encima del carril. Dentro de ella, había un líquido
incoloro. La levantó, ya con más curiosidad que con miedo y sus manos sintieron
aún más esa sensación de frío-calor. Sacó el tapón de cristal y un aroma a flores
le acarició la nariz. No, no eran flores. Era canela. No, tampoco era canela,
era olor a césped mojado. Tantos aromas
la confundían y en ese estado de confusión estaba cuando vio que había otra
mano aguantando la botella.
- ¿Quieres que la compartamos?- dijo una voz desde el otro
raíl. Ella asintió sin pensárselo dos veces y fue la primera en dar un trago. Sintió
el líquido bajar por la garganta mientras la otra persona bebía de la botella
también.
Primero sintió que algo se revolvía en su estómago. Pero no era una sensación desagradable, al
contrario. Le gustaba. Ese sentimiento tan bueno no duró mucho. Ahora sentía
dolor, como si se derrumbara el palacio de su interior rompiéndolo en mil
pedazos. Pero volvió a reconstruirse un tiempo más tarde y volvió a sentir esa
primera emoción mezclada con calidez. Entre esa mezcla de sensaciones se
encontraba cuando vio las nubes apartarse y dar lugar al sol. Miró a la persona
del raíl de al lado. Ahora la luz atravesaba su pelo, iluminando su rostro.
Sonrió y ella tampoco pudo evitar hacerlo. Y en instante, en ese momento donde
sus miradas se cruzaron, dónde sus labios se sincronizaron para sonreír, donde
se les erizaba el vello a causa de la botella, justo en ese momento empezaron a
notar que sus raíles traqueteaban. Y casi sin darse cuenta, el tren paró
delante suyo. De la mano, se subieron y tan felices fueron que ni notaron que
estaba yendo a toda velocidad.
¿Y tú? ¿Has encontrado la botella y con quien compartirla?
¿Te has subido en el tren?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)