¡Qué típicas! ¡Qué caseras! ¡Qué calurosas son las
campanas para la gente del pueblo! ¡Qué amigas! ¡Qué compañeras! ¡Qué
puntuales! ¡Cómo ayudan a la multitud! ¡Cómo evitan retrasos!
Sí, pregúntaselo a cualquiera, el pueblo no es
pueblo sin campanas igual que las cigüeñas no son cigüeñas sin campanario. Pero
¿Qué soy yo sin ellas? Alguien que deja que el tiempo corra más tranquilo,
dejaría que los rayos del sol abrazaran más a los espíritus de la gente. Pero
no, para mi pesan. Las campanas existen y existen cada hora . Cada hora un pelo
más se me eriza, un suspiro más al que
añadir a la colección.
DING DONG DING DONG
Y mientras la gente mueve sus cabezas al son del
tintineo yo le quito, temblando, un pétalo más a la flor. Cada grupo de
campanas es una hora menos para mi muerte y yo lo sufro ¡Ay cómo lo sufro! ¡Qué
hago caer alguna que otra hoja de los árboles por el miedo! ¡Que por ahí dejo
que se pierda una risa! ¡O que alguien no se enamore! Pero no, los humanos no
saben nada de eso y no lo tienen que saber porque yo soy súbdito de todo lo que
hay en la tierra y si pueden disfrutar de las campanas de la plaza ¡Que
disfruten de ellas!
DING DONG DING DONG
Esas, las de las doce, son las últimas que
escucharé. Las últimas campanadas que anuncian mi muerte a todos, como si a mí
me gustara que anunciaran en voz alta como me engullen. A mí nunca nadie me ha
preguntado si quiero….
Veinticuatro, veinticuatro tintineos de dolor,
veinticuatro tictacs de reloj, veinticuatro veces se mueve el agua y yo en esas
veinticuatro lluevo, nievo, florezco…. Nacido para trabajar y muerto en
veinticuatro.
DING DONG DING DONG
Ya
llego tarde. Adiós amigos, espero que sea inolvidable para alguien, haberle
cambiado la vida y que me recuerde porque yo solo existo una vez. Pero
sobretodo espero que el que nacerá mañana os trate mejor que yo…
Y esas eran las últimas palabras del día al ser
tragado por la noche