miércoles, 16 de agosto de 2017

Blu

Y de repente dos pedazos de mar, como si se hubieran desprendido del gran océano aparecieron de imprevisto. Muy azules, muy profundos y muy oscuros. Pero sobretodo muy mágicos. Tanto que la hipnotizaron completamente y transmitieron en ella un hechizo poderoso. Llamaban su nombre, o al menos de eso estaba ella convencida. Quería sumergirse, quería explorarlos. Y así lo hizo, casi sin pensárselo dos veces, se lanzó al vacío azúl. Lo hizo silenciosamente para no molestarlos. Eso era lo último que quería, que se ofendieran. Justo unos segundos más tarde de su inmersión notó como su corazon se elevaba y había fuego en sus mejillas. Inmediatamente sintió que se ahogaba y le costaba respirar. Aunque lo había  intentado con todas sus ganas, su plan no había salido bien. Habían notado su presencia y ahora ellos se estaban vengando. Con dificultad pero rapideza consiguió salir de ese laberinto azulado. La chica respiraba agitadamente intentando recobrar el aliento. Esos pedazos de mar eran más peligrosos de lo que pensaba pero aún le duraban las ganas de volverse a sumergir en sus profundidades. Nunca tendría suficiente, eso era parte de su mágia. Ya más calmada decidió de nuevo lanzarse pero se quedó petrificada al ver que ya no estaban. Se habían esfumado completamente sin dejar rastro. Y fue en ese momento cuando se dio cuenta de que su encantamiento sería imborrable. Estaba entrando en una nueva fase de su mágia, la del arrepentimiento y la tristeza. Se arrepentía de no haberlos explorado más, se arrepentía de que no hubiera hecho nada para que se quedaran junto a ella. Y la tristeza la inundaba del todo al percatarse de que no volvería a ver a esos pequeños océanos nunca más. Lo peor de todo es que ellos no tenían ni idea de todo los sentimientos y la mágia que habían insertado en ella y nunca se percatarían.

Pensado y escrito en Venecia, Italia.